Cálida como llama



Te sentía en mi piel,

tan mía eras como mi alma,

tan cálida como llama,

tan próxima como el deseo;

visita de noches vanas,

presencia sin argumento

rumiándote en mi cerebro,

soñándote en mi desvelo.

De tantos días, uno sería el día

en el centro de la soledad,

en el énfasis de mi verbo.

No puedo negar tu aliento

como mentira; tu fervor,

por nuestros encuentros.

En la cruz de tu abrazo

derramé en sacrificio mi credo,

en la desesperación sin deseo

nunca fue duradero 

el eco de tus pasos,

los besos que negaste,

la vida de mi vida 

que no pudo sembrar tu seno,

la celda en el infierno

donde marchitaron mis pensamientos.

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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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