jirón de alma descarnada
en el deseo candente de tus manos
calcinado el anhelo está en tu abrazo
ascua que incinera y aun doliente
complace en carne viva
su ruda penitencia
dormir la noche sigilosa
como una sierpe hurgando en la memoria
lava de pecado corroyendo mis venas
vino de lascivias vertiendo
por sus cráteras como agonía
de miembros que entrelazan
quizá no signifique
que ese dolor placentero
que ansía el gozo en sus raíces
sea justa dádiva contrita
de frutos y consuelos.
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