Las campanas centenarias
tocan a rebato;
de la mañana de marzo
rompen el recato,
celebran, gloriosas,
la entrada del rey,
sobre humilde montura,
en Jerusalén.
Ya están las palmas preparadas,
la muchedumbre agitada,
ya las palomas mansas
en revuelo se levantan,
ya los hombres de sus labores marchan,
y las mujeres dejan la casa adecentada,
para ver entrar al rey,
sobre humilde pollino,
en Jerusalén.
Ya el camino jalonan
tanto pobres como ricos,
se alza clamor de Hosannas,
de bendiciones y gritos
cuando traspasa el rey,
sobre su humilde borrico,
la puerta Hermosa
en Jerusalén.
Ya el misterio se ha cumplido
cuando le proclaman rey
del pueblo ungido,
antes de padecer Pascua
de muerte y martirio
en Jerusalén.
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