Mi madre duerme su sueño,
ajena a la realidad apocalíptica,
longeva y vulnerable.
Parte del mundo se nos muere,
en medio de un fúnebre escrutinio.
La huesuda mano de la muerte
maneja su guadaña eficiente,
segando la abundancia de vida
como el frágil tallo de la flor.
Reclamo un consuelo desde el cielo
y releo el salmo 91,
cuyos versos traen algo de paz:
Caerán a tu lado mil,
y diez mil a tu diestra.
Pero a ti no vendrá mal.
Tal es la promesa del Señor.
Se especula que en la China
han muerto por millones;
por miles agonizan en Europa,
la misma plaga asola América.
Si esto es una guerra,
muestre su declaración el enemigo.
Si es el fin quien llama a la puerta,
h
una sed de fresca fuente de eternidad.
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