Por entonces yo no sabía
que era el vivo retrato de Janis Joplin:
Voluble, fondona, viciosa.
Tenía la misma edad
que cuando la Joplin la diñó.
Cierto que no tenía su voz,
y no sé si, en mi ceguera,
albergara cualquier otra virtud.
Era alcohólica y tripera,
alardeaba de lesbiana,
y no sé cuántas desgracias más.
La amé a pesar de su miseria;
la amé a costa de las mías.
Corrompí en su barro
lo que me restaba de pureza.
Al despedirnos, ni nos dijimos adiós.
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
0 comentarios:
Publicar un comentario