Como una esquirla de dolor
rasgó la luz el día. El canto
de los pájaros quebró el tamiz
de su cristal liviano. La noche
se ha desvanecido lentamente.
Irradia macilenta la luz de las farolas.
Por el agobio de las calles estrechas
el rastro sinuoso de un borracho
que, tácito, conversa
con...
El pulso del desaliento
