Nietzsche desató el caos
y se sumergió en sus abismos.
Invocó a las sombras
y se diluyó la aurora en nebulosas.
Acaso olvidó la máxima
de que el que anda de día no tropieza.
¿No encubrirá su originalidad insensatez?
Aunque algo sustantivo tuvo su legado:
nos devolvió al hombre sacro.
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