me diste a beber ese cáliz
desolado, sentí en el corazón
tus labios como una mordedura
y en el escozor del alma
una promesa que no era amor.
Con el paso de los años
aún tu furia pervierte mi corazón,
mujer, mujer con espinas
que ensangrientas mis lágrimas
con las caricias áridas
de tu cruento amar, con el frío
del deseo que sacrifica el amor.
No, no puedo dormir en el nido
de tus brazos, ni sembrarte
consciente de tu rechazo
junto a ese cupo de la cama
donde nunca hicimos el amor.
Me matas sin haber vivido,
me enlazas con crudo hierro,
en ti no hallo cobijo,
ni al amarte gozo cierto,
quedando sin ti muriendo,
pues soy solo yo sin nosotros.
Mas déjate amar, eso te exijo.
0 comentarios:
Publicar un comentario