Lápiz en mano restauro las omisiones del tiempo;
pretendo rescatar de su fluir aunque sea un silencio;
de su desolación, acaso una lágrima, el rumor de un vaticinio.
Porque el tiempo hay que llenarlo como sea,
hasta con materiales de derribo,
como se colma el mar con el pulso incesante de las olas;
como hay que llenar preciso el papel en blanco cotidiano,
el deambular desabrido de la prosa que denuncia cada pálpito,
o la página incierta en el albur amedrentado del decurso.
Solo cuando el existir alcanza la dimensión de lo vivido,
el ser completa su significado,
se justifica la razón del continuo crecimiento,
se consigue paz con garantía de certeza.
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