Por encima de la Alhambra,
el sol arreboles teje
en la madeja de nubes
que trae el tibio poniente.
Bajo sus recias almenas
galana yace Granada,
entre el bullir de sus zocos
y el deambular de sus gentes.
Verde la mira la tarde;
de grana, sierra Nevada.
No hay poeta que la cante
ni rima que ose glosarla.
Cuando se cruzan sus puertas,
las nostalgias acometen
el sueño viejo de Alándalus,
que desde el arco de Elvira
hasta las Torres bermejas
cubren el aire de endechas
y de promesas el día.
¡Qué gozo que da mirarla!
¡Qué prodigio de belleza!
Arabesco nazarí
que sin remedio enaltezca
el verso cuando de ti
desgranar quiera tu esencia.
Pues del palaciego gozo
a los claustros de arrayán,
o en los retirados cármenes,
así como en lo sotos,
permanece esplendoroso
el secreto de tu imán.
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