Al caer la noche me dejo envolver por el sueño apolíneo de Casablanca. Posiblemente, la película con guión más charlatán, exceptuando las de Mankiewicz. Fue dirigida por Michael Curtiz, un artesano de filmografía bastante sólida, especializado en el género de acción y aventura. Filmó Casablanca con el mayor acierto y en el momento idóneo. Su mensaje intervencionista en el conflicto bélico mundial debió de calar hondo en la conciencia americana.
Gusta a uno sumergirse en el exótico ensueño de Casablanca, sublimar nuestra realidad desengañada en esa atmósfera optimista de fundamentos éticos. Sin duda el film gira entorno a la personalidad de Rick, el héroe que encarna la moralidad ejemplar. Todo el ambiente que rodea al protagonista delata un realidad caótica y corrompida. En un mundo que se desmorona, nosotros nos enamoramos, le dice Ilsa. Rick asiste a la debacle con la impasibilidad del jugador precavido; atento a cada de los movimientos, con la reflexiva cautela del ajedrecista. No otra cosa distinta a una partida de ajedrez se deduce de la trama que involucra a Rick, el teniente Renault, el mayor Strasser y Vicktor Laszlo. Rick con obvia prudencia mueve sus fichas para provocar el jaque mate del adversario. Los diez mil francos de la apuesta con Renault vuelven más atractiva la victoria, pero Rick no es hombre que se deje obnubilar por las riquezas. A la oferta exorbitante que le ofrece Laszlo por los salvoconductos, aduce razones de caracter personal:¡Pregunte a su mujer!
Como digo, infiltrarse en la ilusión que nos promete Casablanca acaba por resultar deleitoso,
pues contemplar la erosión social que nos rodea, pese a que hoy todavía no contemos con la amenaza directa de una nueva guerra mundial, y asistir a esa degeneración en donde los valores censurables abruman nuestra cotidianidad, nos hace volver la vista hacia ese Rick temerario, impertérrito, que asume el sacrificio en pos de unas consideraciones de rectitud y virtud insobornables. En la lealtad de su renuncia a favor del prójimo reverdece la dignidad del ideal del hombre. La personalidad de Rick mantiene el viejo modelo caballeresco olvidado en nuestro tiempo. Nunca nuestra sociedad se ha visto más urgida de nobles ideales a los que aferrarse. No basta con viajar a Casablanca para tomarse una copa en ese remake del Rick´s, Café americain.
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