Lucy in the sky whith diamonds y los misterios Eleusinos

Parece ser que los misterios de Demeter, en los cultos Eleusinos, se relacionaban con la ingestión de una variante del ácido Lisérgico, componente del que también consta el moderno y sicodélico LSD. El iniciado era transportado a otras regiones de la conciencia, e incluso era creencia de los fieles a estos cultos que su almas viajaban hasta las sombras recónditas del Hades, donde les era revelada la verdad del misterio del mundo y lo que les devendría tras atravesar la frontera de la muerte. Creer que por la estimulación de una droga se accede a otros estratos reales de la conciencia y que lo que el viajero sicodélico descubre son los fundamentos inaccesibles de la verdad, que en estado de normalidad están vedados, lo considero, si no contamos con mayores argumentos, que pertenece al terreno de la conjetura. Ciertamente, el consumo de ácido Lisérgico depara una experiencia psíquica o espiritual, acaso religiosa, difícil de evaluar y de desentrañar en rigor su verdadero alcance. Tesitura que implica no pocas interrogantes:  ¿Lo que el viajero divisa o experimenta resiste cualquiera verificación irrevocable o empírica fuera de él? ¿Supone su percepción la constatación de una realidad objetiva?¿Cabal su aproximación a lo numisoso? ¿Los resultados de su psique transgredida pueden representar un contrapeso en la balanza de la conciencia?¿Ofrece acaso ésto alguna conclusión determinante para su destino? Es más, ¿sus procesos anímicos entrañarían algunas consecuencias en el terreno moral? ¿Sería éticamente justificable aunque él lo creyera? ¿Implican algo más que un proceso psíquico restringido a un juicio crítico subjetivo? ¿Lo que el drogado atisba son acaso otra cosa que alucinaciones, que acelerados espejismos neuronales, que vagos espectros de una consciencia escindida? El LSD destruye el equilibrio del espíritu, quebranta la superficie apaciguada de la conciencia dejando al descubierto cuanto de ignoto y abrupto oculta nuestro ser inconsciente. Al ingerirlo aflora ese magma ancestral que configura nuestro espíritu, o ¿acaso su tangibilidad es tan sutil como la materia de los sueños, de lo ilusorio?. ¿Puede un sueño condicionar nuestra existencia? ¿Entrañará su consistencia alguna gravedad cuando nos presentemos ante el tribunal de Dios? ¿Traspasará en su sintomatología esas puertas que Kant creyó infranqueables revelándonos la esencia del noúmeno? ¿Qué hay de real tras esas puertas de la supraconsciencia?
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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