Consuélame, Consolador.
Derrama en mi
tu luz de amor;
que pueda recibir
con dicha tu favor.
Condúceme ligero
con el viento de tus alas.
Concédeme primero
el perdón de toda falta.
Y luego sentir el fuego
del gozo en las entrañas.
Ven, ven a mí, Consolador.
Guíame hasta los prados
donde el Pastor
reúne el rebaño amado,
sin desechar al descarriado
del aprisco protector.
Ayúdame a creer
que contigo no hay temor,
que a tu lado habré de ver
de la gloria el esplendor.
Consuélame, Consolador.
Compadécete de las cuitas
de este triste pecador.
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