La tarde que declina,
el tiempo se sosiega
con languidez de vino.
Pronto la noche
despertará sus monstruos.
Caminad paso a paso
el contraluz vespertino,
sentid la herida que sangra
el mundo en su agonía,
recontad esos dones
que enriquecen el alma.
En el camino
una mano que mendiga;
solo puedo dar el género
de dádiva que no sacia.
Ese vacío me acompaña,
así lo denuncian mis lágrimas.
Sé, sin embargo,
que hay un punto
donde el dolor del corazón place
y mía es la mano que postula.
0 comentarios:
Publicar un comentario