Aquel río del norte,
aquellos bosques sin fin,
la verde yerba,
esbeltas torres de iglesias,
las viejas piedras de Europa
entre húmedas penumbras,
atareado ajetreo
de ciudad laboriosa,
la lluvia, carretera entre la niebla,
resonancias musicales,
salchichas,
la casa del pintor en Nuremberg,
el Isar a su paso por Munich,
el benefactor Danubio en Ratisbona,
la plácida superficie del lago
camino a Memmingen,
la noche que invade silenciosa
el salón entre las plantas,
de retorno al hotel
la atmósfera es cálida, placentera.
Ese norte de otrora me sabe a sur.
0 comentarios:
Publicar un comentario