Te pondrás en marcha
sin preguntar si fue
el sueño apacible,
si gélida la aurora.
Recordarás el seco leño
que aún arde en la chimenea,
pero no mirarás atrás,
ni los recuerdos te detendrán.
Pronto tropezarás
los escollos del camino,
la helada entumecerá
tus manos y el rayo
descargará bien cerca.
Sí, son muchos los obstáculos
que saldrán a tu paso,
que tratarán de amedrentarte,
que intentarán que tu ánimo
decaiga y desistas del empeño;
pero continuarás hacia delante;
porque sabes que la meta es el camino,
y andar su senda es lo que justifica.
La vida no debe pedir disculpas,
porque en su raíz vive la esperanza.
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