Ceñiste la corona de mis culpas;
por los clavos de mis tormentos fuiste
taladrado, los pies y manos tuyas;
agrio vinagre de mi sed bebiste.
Soportaste el yugo de mi condena;
por aliviar mis míseros delitos,
padeciste el castigo de su pena;
por mi ceguera , tus labios contritos.
De mis renuncias, tu entrega plena.
Por la lanza de mi juicio, perforado,
me lavó la sangre de tu costado.
Diste íntegro el flujo de tus venas
por trocar gloria de cruz vil infierno,
gozo de primavera el yermo invierno.
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