Se ha otorgado a Francis Ford Coppola el premio "Princesa de Asturias". Sin duda, lo merece, pues es uno de los cineastas contemporáneos con una de las más impecables trayectorias. Recuerdo como una experiencia memorable el visionado de una de sus `primeras películas: "Llueve sobre mi corazón". Desde aquel entonces, las peliculas de Coppola significaron un acontecimiento. Es indiscutible que su consagración vino con "El padrino" I, retrato familiar de una especialísima familia del crimen. El Padrino supuso, además de un logro cinematográfico, un acontecimiento social. Pues nos habló de una sociedad corrompida que se oculta tras de una apariencia de legalidad, sociedad de la que tangencialmente muchos son sus víctimas.
Coppola dijo a la prensa que muchos de los hombres malvados que conoce tienen a El Padrino como su película favorita. Y es que en la sociedad aún siguen pululando esos "hombres serios" que quieren imponer la ley de sus mezquindades en lugar de la realización de la justicia, la razón del crimen frente al amor al prójimo.
Durante cierto viaje veraniego en autobús, mi compañero de asiento leía con interés un pequeño librito. Pronto descubrí que se trataba de El Padrino, de Mario Puzzo. Más tarde me confesó que era su gesta favorita, como si dijéramos el "Roland "y los "mio Cid". Reconocí en él a un joven algo inadaptado, embargado por el odio que genera el no haber podido imponer en el mundo su voluntad. Ambición que todavía alentaba en él, y buscaba en la saga astuta de los Corleone la experiencia necesaria para llevar a cabo estos fines. Comentó que su sueño como viajero era visitar el pueblo de Corleone, en Sicilia, y consumar con este peregrinaje el tributo que le merecían sus menoscabados ídolos. No se si este joven ha realizado ya su propósito, pero apuesto a que la lista de fieles a tan aberrante idolatría es suficientemente cuantiosa en nuestra sociedad. La tentación del mal siempre es atractiva, y más en una sociedad que desde los años sesenta exalta frente a los valores tradicionales otros canallas y plutonianos.
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