su norte ya parece percibirse,
parece que cede
la fatiga, lo abrupto del sendero
que le obliga a descansar
en la cuneta su mochila,
enjugar el sudor del rostro
con su pañuelo rutinario.
Toca reposar sus huesos quebrantados,
recoger en su diario
nada ya nuevo, palabras
que son tan vanas como las hojas al viento,
desentumecer las piernas doloridas,
aliviar las plantas de los pies
tumefactas por los guijarros,
hastiar ya de sus pedregosas sinuosidades,
anhelar de las fuentes dispersas
refresco para la garganta reseca,
urgir el bálsamo reparador
para el alma pesarosa,
de contrariedades dolorida,
a la que ya no sorprende
lo variable del paisaje.
Del camino los escollos
vuelven la senda gravosa,
¿cuándo sus pasos contados,
soledad del viajero,
aliviarán el remanso o la losa?
la fatiga, lo abrupto del sendero
que le obliga a descansar
en la cuneta su mochila,
enjugar el sudor del rostro
con su pañuelo rutinario.
Toca reposar sus huesos quebrantados,
recoger en su diario
nada ya nuevo, palabras
que son tan vanas como las hojas al viento,
desentumecer las piernas doloridas,
aliviar las plantas de los pies
tumefactas por los guijarros,
hastiar ya de sus pedregosas sinuosidades,
anhelar de las fuentes dispersas
refresco para la garganta reseca,
urgir el bálsamo reparador
para el alma pesarosa,
de contrariedades dolorida,
a la que ya no sorprende
lo variable del paisaje.
Del camino los escollos
vuelven la senda gravosa,
¿cuándo sus pasos contados,
soledad del viajero,
aliviarán el remanso o la losa?
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