Perspectivas veraniegas
Son las diez de la noche. El termómetro alcanza los 30ºc . Sometido a la tensión del día, el cuerpo parece desfallecer. Mitigo los síntomas con una Coca cola fría. Las vacaciones se aproximan. Hojeo alguna revista de viajes. Los grandes viajes se han vuelto prohibitivos. La crisis ha desvanecido muchos sueños. En un tiempo fui asiduo a los periplos italianos. Conocía hasta el pormenor de la península itálica. El sueño de visitar a fondo la capital de Italia con "Los paseos por Roma", de Stendhal, en la mano ignoro cuándo podré realizarlo. Dejé unos libros míos en depósito en una librería de Venecía; acordé con el librero que pasaría a cobrarlos o retirarlos en un año a más tardar. No he vuelto a la ciudad de los canales desde entonces, las friolera de un lustro. En París pensaba visitar la casa de Balzac, pues estaba ya harto de la visita convencional a la torre Eiffel, y las demás excursiones bochornosas de los viajes organizados. París creo que deberá esperar; los tiempos están muy revueltos por allá y yo ya he superado el síndrome de Papá Goriot y la Comedia Humana. Por Londres no se me ha perdido nada, y las salas de British Museum alojarán sus tesoros hasta una nueva y lejana visita. Me llaman más los lugares exóticos. La prácticamente europea Estambul me tienta con su fascinación: el Cuerno de oro, Hagia Sofía, Topkapi, la mezquita Azul, Constantino, la torre Gálata, la añoranza de Pierre Lotí. Y rememoro a Pierre Lotti, pero se me viene a las mientes Schliemann y la mítica Troya. Confieso que visitar los yacimientos arqueológicos se constituyen hoy por hoy como las cosas que más me estimulan. He visitado Éfeso, quizá el lugar más distante alcanzado hasta hoy por mi afán viajero. Estuve en Olimpia, Delfos, Cnosos, cómo no en la magnífica Pompeya. Por cierto que en Italia me gustaría descubrir las antiguas ciudades Etruscas, Cerveteri, Veyes, Tarquinia, etc. Sería una oportunidad incomparable acercarse a esa enigmática civilización. Y hablando de civilizaciones, me queda pendiente la Egipcia. No se cuándo podré viajar allí, seguramente uno de los lugares más fabulosos de la tierra. Ghiza, Sakara, Luxor, Tebas, y comó no el delta, con su romántica Alejandría. Espero que el mundo se normalice o que yo me halle con el animo dispuesto a menospreciar ciertos riesgos. Este verano, atendiendo a mis circunstancias actuales, me tendré que conformar con alguna escapada corta, quizás a Madrid. La sempiterna Madrid, la castiza y la opulenta. Madrid con sus museos y teatros, sus paseos y cafés, su memoria histórica y literaria..Uno de los lugares que me quedan por visitar de ella son las cortes o el parlamento, tal vez allí consiga perderme en su salón de pasos perdidos, como se desorientan nuestros políticos ensimismados en sus retóricas. Parece que hay una exposición de arte veneciano en el Thyssen. Me sobra por el momento.
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