El recatado rincón,
los solemnes cipreses, verdeando
al sol adelfas y mirtos,
Garcilaso anhelante
y el cielo infinito,
en cuyo azul se recorta
mudéjar, rotunda,
la torre de San Román.
Se paladea el silencio.
El aire es puro; mece
la arboleda un liviano viento.
Tejados ocres de añejas moradas.
Solaz de mañana madurando.
Es un breve momento:
se palpa la paz,
reaviva el viento,
cuesta abajo
aguarda de Toledo
el cotidiano ajetreo.
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