su gracia desbordante. ¿Dónde suena mejor una guitarra que en Sevilla? El cante se asoma a las calles, el trémolo de la guitarra parece acompañar cualquier paseo. Estuve en un tablao, a su vez museo de guitarras, en el que se había fotografiado Paco de Lucia con una guitarra entre las manos. Aquel debió de ser el mayor acontecimiento habido en el local. El espectáculo siguiente me mantuvo reservado; mi timidez parece reacia al desmelenamiento flamenco. Pero algo debió de ocurrir; de alguna manera se traspasaron las tácitas barreras. La música de Paco se repite en mis aparatos de música. La guitarra sí, esa guitarra quejumbrosa y altanera por la que transpira la luz de Andalucía está asumida por mi sensibilidad. Pero, ¿ y lo jondo del cante, los gallos de Camarón, los requiebros y el tirititran tran tran? Habrá que dar tiempo al tiempo. El alma se ensancha cuando se libra de prejuicios.
Sensaciones flamencas
Regreso una vez más a Toledo. Ha significado la alternativa a un viaje frustrado a Andalucía. Su guiño mudéjar suscita el andaluz arabesco. En Toledo como en Sevilla resuena el son vigoroso de España. Tal sensación nos es gratuita, pues artistas de lo más meridional como Paco de Lucia hicieron entre sus murallas morada. En Madrid, adquiero un viejo casette con memorables piezas de su guitarra. Paco y Camarón dieron un vuelo distinto a la tradición del cante. Soy alicantino y payo, aunque con la mitad de mi ser andaluza, pero el flamenco me sigue resultando como algo extraño, algo que no puedo reconocer como mío. Porque, para ser sinceros, un 80% de su arte pertenece a la raza calé. Para mí una raza con la que me cuesta identificarme. Entro en un anticuario de Toledo, y me toma por un guiri. No es la primera vez que se me confunde con un súbdito de Albión. En Atenas se me tomó por griego. En Venecia no he conseguido nunca pasar por un véneto ni por un Toscano en Florencia. Fui un alicantino en Sevilla, seducido por su embrujo y
0 comentarios:
Publicar un comentario