Concluyo de releer Peter Camenzind, y el correo me trae una conferencia filologica de Nietzsche sobre Homero, escrita durante su época de docente en Basilea. La escribe el erudito que acaba de atravesar el umbral del filosofo. La leo en media hora.
Sobre la novela de Hesse, que acaso fue su primer relato de éxito, reconocemos en ella el sustrato embrionario de su obra posterior. Se reconocen pinceladas de su biografía, de cuando ejercía como dependiente de una librería, y vagabundeaba de una parte a otra sin encontrar su norte. Es un homenaje a la Suiza que lo adoptó, a sus paisajes inauditos y a sus gentes condicionadas por la peculiar orografía del país. Gentes apegadas a la tierra, a sus valles y sus riscos, a sus lagos y torrentes, a sus gargantas profundas y a sus cumbres nevadas. Fue esa una época en que Hesse peregrinaba buscándose a sí mismo. Por un tiempo se identifico con los paisajes de Italia, con las veneradas sendas donde peregrinó el santo de Asís. En mi biblioteca se echa en falta el libro que escribió sobre el poverello Francesco. Como también la crónica de sus viajes a Italia, que recogió en un libro que tuve entre mis manos en Nuremberg, y que desgraciadamente no compré, objetando que estaba en alemán. Creo que no está editado en castellano. Aunque hoy mi pasión por Italia permanece en cuarentena, si alguien sabe algo de este libro, ilustrado con fotos recogidas en los lugares clave de la península, le agradecería que me pusiera sobre la pista. Lo pagaría bien. Como asimismo deseo adquirir un buen retrato de Hesse, de tamaño moderado, pues pasando lista sobre aquellos escritores decisivos en mi vida, creo que él fue mi primer descubrimiento y su influencia tan profunda o mayor a la de Dostoyevski. Lo digo en serio, si alguien posee un buen retrato de Hesse, me alegraría que se pusiera en contacto conmigo, a través de los comentarios en el blog mismo y estoy seguro de que llegaremos a un arreglo.
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