Si te has despeñado
y has contemplado la profundidad del abismo,
si has notado el silencio numinoso
acechando detrás de la oreja,
si has sentido tu corazón
desgarrado en dos mitades,
y notado como tu mano
se desasía de la diestra del Padre,
reconoce que has perdido
la justicia en lo íntimo,
la luz que te guiaba;
que has traspasado el límite entre luz y tinieblas
y vagas por el reino subterráneo
sin amigos, ni dicha, reclamando una esperanza.
Reconoce hombre que has perdido,
que has de regresar por la senda hostil
hasta los valles bienaventurados,
donde recuperar la claridad de la inocencia,
la llave que te rescate,
por el pago de la Cruz,
de la cárcel de infierno.
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