Oigo la voz de Art Garfunkel
interpretando Puente sobre aguas turbulentas,
en una recopilación de grandes éxitos del dúo.
Es una canción que te llena de melancolía,
de añoranza de tiempos que por pasados fueron mejores.
Por ahí he oído que su música
se fundamenta en un breve tema de Bach;
también que su letra habla
subrepticiamente de los horrores de la droga.
No sé. Es el mismo disco, en versión cd,
que oía en la juventud en casa de un amigo.
Nos reuníamos los dos y escuchábamos
una y otra vez el disco en el pick-up
mientras la tarde caía y nos recordaba
el porvenir incierto,
nuestra incertidumbre de jóvenes mediocres.
Pero hoy el tiempo
ha rodado como surcan las nubes
el cielo durante la tormenta y somos ya casi viejos,
y continuamos siendo mediocres
en tardes no muy diferentes a las de antes.
Aunque, oyendo a Garfunkel,
me parece estar aún ahí,
en la penumbra de aquella habitación junto a mi amigo,
cayendo la tarde tediosa que despreciábamos,
y por la que hoy daríamos
lo de más valor por recobrarla.
Tal anhelo tal vez sea menos que nada;
apenas una leve constancia de que hemos vivido
o la sentimental nostalgia de alguien que va para viejo
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