Alma en ciernes

 Otoño moribundo

de hojas sepulcrales,

perfil de angustias

que atrapan 

los lánguidos espejos,

argucia de las sombras,

hambre elemental

que trae, en el silencio, 

la aurora repentina,

hecha lágrimas sobre

la fuente del tiempo,

con los dedos de los ídolos

tanteando en su ceguera.

Cae la noche que trae 

el hielo de la muerte

que congela la vida,

precipita sus ocasos,

prolonga su marasmo,

muestra el mapa del deseo

hecho jirones, con

gemidos que se palpan

y dilatan en la noche.



De pronto, fue la luz.

El arco iris detiene

su parábola cromática

 en un vago paisaje,

sobre un barco a deriva

en un mar arrebatado;

quizás habrá un mañana,

ese "tal vez" agraz o plácido

que nunca llegue,

pero que anhelamos

en su abecedario desgarrado,

calculando su trecho,  

perimetrando su túmulo,

 cual renglón que horada

el torrente de  palabras,

en la liturgia retenida

de una opaca certidumbre.

Saber sabiéndose morir,

hilando el hilo del momento,

dejando apurar el cáliz 

rebosante de dulzor amargo,

impreciso su escrutinio,

sangrante el alma

que se derrama en ciernes,

en tanto el día irradia resplandores.

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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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