respirando el aroma de las flores del camino
envuelto en esa atmósfera inquietante
que escrutan los ojos vivos del deseo.
Perseguí ese sueño hasta derramar
lágrimas de anhelo, versos
melancólicos, caricias obsesivas
que aún juguetean con el oro de tu lóbulo.
Quise morder tu fresa antes que madurara,
gustar el majar de delicias que tu carne ofrece,
conocer el misterio que encadena mis sentidos
con ese inocente desdén que cautivaba.
Tiéndete y compartamos nuestra afín fatalidad,
y abre el seno insaciable donde las almas
se confunden en el sacrificio del encuentro,
y el corazón conoce el gozo de las rosas.
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