Frágil semblanza tu recuerdo vago
en la faltriquera donde, secretos,
escondo los tesoros más discretos.
Sueño febril de pensamiento aciago,
donde trae tribulación, crudo amago
el solemne protocolo, el decreto
que el sino impone al pálpito concreto,
sin doler prendas ni fatuo halago.
Adoro esa imagen, férvido nido
en el fondo del corazón urdido,
donde procura tan excelso éxtasis.
No más deseo que prolongar su énfasis,
que su dulce manar no sea olvido
en ese fin sin tregua perseguido.
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