Ya la tarde se serena,
transciende un fresco presagio
en el aire; viene amena
de arreboles y pájaros,
de inquietud y sombra llena.
El sol huye en ocaso,
oculta su ïgnea melena
bajo la cruz de sus brazos.
Donde el camino nos lleva,
encaminamos los pasos.
La ciudad está desierta
de transeúntes, son ratos
de ocio en día de fiesta.
¿Nos sacará de quebrantos
y hastíos, circunspecta
el alma de carga y llantos?
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