Es Luis Francisco Esplá una personalidad singular. Hombre del toro, puede decirse que ha cultivado muchas de las facetas relacionadas con la fiesta. Como matador de toros justo es constatar que alcanzó la cumbre, pues fue de los pocos diestros reconocidos en las ventas de Madrid. En dicha plaza, protagonizó unas cuantas faenas memorables.
Esplá recobró aquello que podría denominarse como cultura del toro. Fue un teórico de sus suertes, sobre las cuales recuperó algunas modalidades ya olvidadas. Fue el torero-banderillero por excelencia de su época, para cuya suerte desempolvó no pocos lances olvidados. Supo, en fin, dar al toreo una dignidad hunanística acaso perdida. Como nuevo Sánchez Mejías, remozó su arte con un talante intelectual. Quizá Esplá no fuera en su tiempo la figura mas venerada, como hoy pueda serlo un José Tomás, o fueran Joselito y Belmonte o Manolete en otras épocas. Pero su aportación al toreo moderno no debe ser en absoluto desdeñada.
Hoy se nos descubre una nueva faceta del diestro, cuya versatilidad no deja de despertar admiración. Su condición como artista plástico. Sabemos por la prensa alicantina de su retorno a los ruedos para torear un corrida goyesca en Arles(Francia), ciudad memorable, acaso no por su pasado taurino, pero si por su contribución a la historia del arte plástico. Para tal evento, Esplá ha diseñado los carteles oficiales, además de sendos murales que lucirán en la plaza. A través de dichas pinturas queda claro el genio de Esplá, quien recurre sabiamente en sus motivos a la fuente inspiradora de estas particulares corridas: a Francisco de Goya. Su guiño a la obra goyesca, simbolizada en su maja, ilustra admirablemente la intuición del artista, así como su frescura y acierto plástico. Posee, sin duda, Esplá un temperamento artístico en todos los sentidos.
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