Calvario

Descoyuntados tus brazos por el metal
de los clavos, envuelta tu frente
por la hiriente corona,
el cuerpo lacerado por el martirio,
resbalando tu sangre por el fúnebre árbol,
gota a gota sobre la matriz de la tierra
hasta penetrar los abismos del mundo.
Bajo un cielo preñado de tormenta,
quebrantada la tarde de ceniza,
un viento de gélidos presagios
anticipa el lecho frío del sepulcro.
Sus rachas divulgaron el eco
de tu voz atormentada
en el impío cadalso del Gólgota.
¡ Elí, Elí, lama sabactani!
Todo ha sido consumado.
Porque en las estériles ramas del madero
se renueva la verdura del árbol frondoso.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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