Se recuerda por estos días en Cuba y Bolivia los 50 años de la muerte de Ernesto "Che" Guevara, cuya figura se ha vuelto legendaria y por tanto difícil de enjuiciar. Quién fue el verdadero "Che" y cuáles eran sus motivaciones últimas entra en el terreno de la conjetura. Para el régimen cubano es su héroe intachable, para la oposición, un peligroso fanático con inclinaciones no del todo transparentes. En una reciente entrevista a su hermano, se nos recordaba cómo en algunas zonas de Bolivia se venera su recuerdo como el de un santón. Su propio hermano ofrece sus reparos ante semejante desmesura. Pero es que la figura del "Che" escapa al rigor histórico y se desarrolla ya en lo mitológico.
El "Che" fue uno de los paladines de la revolución cubana, que en parte triunfó en virtud a sus cualidades político militares. Sin duda, la toma de Santa Clara, que supuso el último escollo para el triunfo de la revolución, se perfila como su mejor hazaña como estratego. Porque el "Che" entre sus muchas facetas se descubre como un teórico de la táctica guerrera. Su opúsculo sobre la guerra de guerrillas se difundió ampliamente. La figura de Guevara hubiera sido otra, pareja a un Aquiles de la modernidad, de haber acabado todo en Santa Clara. Pero tras el triunfo de la revolución y la instauración del nuevo orden se ciernen confusas sombras que vienen a enturbiar su reputación. Sus acérrimos tratan de quitar hierro a semejante mácula por medio de convenientes atenuantes.
Lo cierto es que tras toda victoria conseguida por las armas sobreviene el tiempo de la revancha, de qué hacer con los vencidos, cuya supervivencia puede representar un peligro futuro para la consolidación política y duradera del régimen instaurado. Todo parece apuntar a que a Guevara le tocó hacer el trabajo sucio. El caso es que en toda figura histórica que ha detentado el poder, tras la brillantez del triunfo amenaza la realidad de ese Jano inherente a nuestra condición humana. Pues la mayoría de hombres son capaces de los mejor y lo peor.Todos querrían ver a ese "Che" heroico en sus días de la sierra Maestra, cuando un puñado de hombres idealistas desafiaron a un ejército regular y bien vertebrado. Aquella gesta mantiene una resonancia imperecedera, pues significa la determinación del débil en lucha contra la opresión, del menoscabado que se levanta contra la injusticia. Fueron nobles ideales, que se tambalearon ante las exigencias de la historia, la cual demanda respuestas pragmáticas para cada uno de sus momentos. Y no está en manos de todos los políticos el satisfacerlas. La pequeña isla que desafió al imperio no pudo con tantos años de autárquico aislacionismo.
Sí, Santa Clara fue su apoteosis, fue el momento culminante para el que la historia le había elegido.
Porque en su quehacer institucional como gobernante, su figura se confundió en la controversia.
El Congo y Bolivia sólo significaron dos estaciones de peaje en transcurso hacia su destino irrevocable. Un destino que, seguramente, Guevara intuía, reconociendo el suyo un sueño inalcanzable. Y fue con la muerte con lo que recobró esplendor su figura y se revalorizó su cruzada utópica. No vivió Guevara para ver la debacle comunista al final del siglo, pues su paso, como el de todo gran hombre, fue el del meteoro fugaz escogido para alumbrar las tinieblas de una época.
¿ Idealista o un aventurero? Tal vez una suma de los dos. Icono indiscutible de la segunda mitad del sigloXX, su controvertida peripecia sirve de guía para algunos jóvenes de hoy, carentes de ideales, que encuentra en él esa imagen inestimable que nunca podrán alcanzar. Cuando yo nací,
Guevara combatía como un león en las selvas de la sierra Maestra. Bueno es reconocer que habían hombres descontentos que buscaban establecer un orden más equitativo en la tierra. Su fin era encomiable, pero no sabemos si sus medios eran los más acertados y honestos para lograrlo.
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