Un filo de luz,
un almendro de nieve...
una ventana a levante:
el salitre en la liviandad del aire.
Una barca varada,
la mañana desnuda
y toda la mar que aguarda.
El pueblo desparrama
su blanca anatomía
como un rebaño
buscando las aguas
del mar legendario.
Bajo la cúpula azulada,
repica una campana
y un reloj da las horas
de una crónica pausada.
El sol reverbera una mar plateada,
surcan las gaviotas
la transparente mañana,
un trazo de palmera,
sobre el horizonte, una vela,
unas pinceladas de añil,
y hecha la acuarela.
.
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