Picasso, el caníbal
Leo en unas recientes manifestaciones de Albert Boadella que Picasso es un camelo. Al parecer el dramaturgo catalán prepara un ópera sobre el pintor Malagueño. Boadella se expresa de esta manera porque siempre va con él el ánimo de provocar. Porque arremeter contra Picasso hoy día pasa por ser una provocación; de tal manera se ha mitificado su figura. Se lo ha consagrado con el apelativo de genio, y cualquier esfuerzo por apearlo del pedestal resulta inútil. Boadella menosprecia el valor del Guernica y coincido con él en cuanto a que el valor real de la pintura se circunscribe a su dimensión testimonial. El dramaturgo lo califica de grafiti , y no se puede negar que su propuesta estética es comparable. Lo cierto es que se pintó en una época en que el arte iba despojándose de las viejas certidumbres naturalistas. Picasso no hizo más que prolongar las reconsideraciones de los impresionistas. Por el camino de Cezanne vino el cubismo, tendencia a la que se adhirió Picasso, con un resultado no más óptimo que el de Braque, y de todo punto menos sugestivo que el de Gris. Porque el cubismo de Gris tiene espíritu, personalidad, belleza cromática. Los cuadros de Picasso en este estilo se muestras áridos, tediosos, sin vitalidad. Pero el cubismo puro no pasó de ser una transición en su voracidad ecléctica. El expresinismo del Guernica fue acaso una manera que remedó de Klee. Pero la crítica sicológica en Picasso deviene caricatura; tal es el tratamiento que su pintura da a lo figurativo. En esto no avanzó más que Lautrec. Podríamos salvar sus series azules y rosas, pero aún ahí su originalidad es discutible. ¿Que legó, pues, Picasso al arte, además de su voracidad destructiva? ¿Acaso intuyó desde su buhardilla parisina que la consagración honesta a la pintura no le depararía más que estrecheces e indiferencia? Por su biografía sabemos de sus inclinaciones "caníbales", ¿no entraría también entre sus planes fagocitar lo que restaba de la escuálida carroña del arte?
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