La ética en Nietzsche
Convendremos todos en que el problema ético es tratado por Nietzsche en su "Genealogía de la moral". La naturaleza del libro obliga al filósofo a plantearse un pronunciamiento ético, de juicio de valor. En él Nietzsche define un posicionamiento en el terreno moral, y consecuentemente en el político. Si en lo moral reconocemos a un pensador radical, transvalorador de los valores, empeñado en invalidar los 20 siglos de cristianismo, en los político, nos tropezamos con el tradicionalista, cantando sus aleluyas por una clase aristocrática que, seguramente, para el filólogo clásico, tiene sus raíces en los "agatoy"griegos. Nietzsche antepone la vieja moral pagana exuberante, vital, agónica, frente al ideal ascético cristiano. Su juicio de bueno, justo, virtuoso, se explica en el concepto de areté del mundo clásico. Niestzche, que huía de la canalla como del diablo, y cuyas consideraciones sobre el socialismo moderno no eluden el tono peyorativo, no podía concebir una moral que justificara a los débiles, a los esclavos, a los mediocres, en detrimento de una clase en apariencia fuerte, señorial, y privilegiada. Las simpatías de Nietzsche por definirse por este partido del triunfo, que se justifica por si mismo, y no por la fe en la divinidad, son comprensibles, pues no hay nada más afín que halague nuestra vanidad. Su apuesta por los fuertes, por los bellos, los buenos, solo corresponde a su albedrío. Tal opción es un respetable ejercicio de libertad. Pero quién nos dice que tal valoración ofrece una viabilidad categórica, o, simplemente, puede ser mensurada en el inconmensurable universo.
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