del cuenco de la horas,
como un soplo en la tempestad del viento,
como una breve ola
en el océano del deseo.
Intentas atraparla,
y se te escurre entre los dedos;
en el ademán de poseerla
solo reconocemos su tránsito.
A veces nos convence por su pálpito
de una condición duradera,
sin advertir que solo es la espera
de un silencioso fin necesario.
0 comentarios:
Publicar un comentario