En un nuevo amanecer

Espejo ferviente,
crisálida del aire,
fuente sonora
en donde arraiga el día,
donde la luz
con un estremecimiento
de llamas precipita
los cristales del alba,
de la aurora indemne
donde tejen minuciosos
 los dedos del tiempo,
donde descarna el viento
la geometría muda
de las cosas.
Sonoridad, vidriada
densidad recurrente,
estrofa marina
que hila el trazo
núbil de un presentimiento,
velocidad de olas
cuando el arcaico deseo
mana inextinguible,
como el corazón de un eco
de vaguedades inconcusas.
Floresta germinal,
carámbano de noche,
precisa potestad de números,
elocuente pecho
donde el ala mansa
describe su itinerario
en el vacío inerme.
Distancia prolongada,
matriz fecunda
donde el fruto desgrana
la semilla dormida
en el árido lecho,
jovialidad encarnada
en racimos deseosos,
como rebosa en lágrimas
la melancolía, el blando
cáliz de los lirios
por abril mecidos,
el rocío adamantino
sobre el terciopelo de las rosas.
Sacralidad desvanecida,
cuenco de la horas
donde yace la hoja
inscrita por aquel abecedario
de letras sangrantes,
de vocablos dolientes
y certezas seminales.
Yunque donde la verdad se abate,
donde rompe el día
su secreto virginal,
y el levante amenaza con rigores
la superficie crespa
del mar embravecido.
Levedad de luces,
crisol devastado,
fanal del universo
con que la claridad descubre
la densidad encubierta,
el témpano oscuro,
núbil y lacerado.
Sobre el rosado velo
la crisálida del día
alza sus alas transparentes
trayendo su liviandad
al  preñado seno
del alba parturienta.
Sobre la peña altiva,
los silenciados elementos,
como en deslumbradora epifanía,
exigirán sus dádivas.

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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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