En cierta oportunidad Borges dijo que consideraba a Neruda como un buen poeta social pero un mal poeta sentimental. El primer aserto sin duda provino de juzgar la solidez de la obra Canto general del poeta chileno. Con ella Neruda se confirmaba como el poeta de América, estatus por el que en el precedente siglo ambos bardos se hallaban litigando. Con Alturas de Macchu Picchu el chileno ascendió hasta las sagradas cumbres de América y dio al pueblo un referente épico en sus luchas de liberación. Neruda es un gran poeta, y Borges también. Neruda es un genio, y Borges también. Neruda es comunista, y Borges tampoco. Porque la orientación social se le escapaba a un Borges enclaustrado en la torre albarrana de su erudición burguesa. El carácter social no va con Borges, pues nunca persiguió ser un poeta de masas sino un lírico de las élites.
El contencioso Neruda-Borges es un choque de temperamentos. El pasional de Neruda, y el cerebral de Borges. Censura el argentino que su colega chileno adolece de una conveniente hondura lírica. Acaso fuera por la desmesurada difusión de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en donde Neruda exalta el amor carnal en contraposición de un Borges que con su fervor de Buenos Aires celebra la vivencia existencial de una ciudad. En Neruda el amor esta en casi toda su obra: Los cien Sonetos de amor, los Versos del capitán, Residencia en la tierra, etc...Neruda nos confirma en su poesía que es un cantor del sentimiento, de lo visceral, de lo humano; Borges se reserva lo conceptual, lo panegírico y lo cabal. En sus propias biografías reconocemos dos maneras diversas de enfrentarse al amor. En Neruda reviste tintes pasionales y trágicos, cuando el alma se desgarra con el dolor sensual de la carne en el episodio de Josie Bliss; para Borges el amor es comedido, pudoroso, solapado por conceptos retóricos. Ambos se prodigaron con distintos matrimonios; pero lo que en Neruda se manifestaba como un afán promiscuo, en Borges se reducía a convenientes cautelas. Neruda llega a estremecernos; en Borges nos admira el rigor. Neruda es el poeta total; Borges el lírico del relato.
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