Andamos tras de la belleza
en cualquiera de sus formas.
La reconocemos en la vida:
en el asombroso mar,
en la panorámica de un paisaje,
en los perfiles de la mujer.
En el arte, se nos transmite conceptual,
cromática o en el tiempo.
Y en ambas dimensiones´
el arte y la vida,
tratamos de atraparla,
pues contamos que al poseerla
alcanzamos lo absoluto
en nuestra finitud.
¿No es acaso en la belleza
donde Dios se manifiesta?
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