Solo acierto a ver la duda,
el cataclismo incierto de las horas.
Todo se vuelve sombra,
sueño baldío, lágrima
Tuviste cerca el triunfante amanecer,
la comunión del firmamento en el instante,
ese río escondido cuyas aguas
apremia al caminante beber
para ser saciado. Romperán los cristales
del cielo en melancólica tersura,
pregonarán los ecos la tardía
estrofa de los besos conturbados.
Arroyo adonde afluye toda esperanza,
raíz donde germinan los gritos,
aleluya fría del alma
en su desesperada agonía
buscando el rostro de Dios.
Todo el corazón desea,
el alma observa: detente,
o huirán todos los pájaros de la alegría
y te restará un silencio hecho trizas,
un pálpito sin objeto,
la mirada del sol vacía,
tristemente, la melancolía.
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