Nunca fue tan cierta la aporía de Zenón, como cuando el hombre pretende la felicidad. Creemos alcanzarla y se nos ha ido. En vano trabajamos en su búsqueda, pero se desvanece cuando intentamos atraparla. Es creerla cerca y al punto nos parece inalcanzable. ¿Será que la felicidad esta reñida con el destino humano?
¿Porque no reconocemos en aquellos que parecen usufructuarla una suerte de hastío? Nuestra corta vida solo abarca la carrera por conseguirla. Si llegamos a la madurez sin disfrutarla, para lo que nos resta de vida ya no tendrá sentido. Porque para con la vejez es su antinomia.
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