Evita el flujo de esta agua seca,
de esta herida en el costado,
que mana inagotable, su fuego,
el ardor que me atormenta
y que sólo la esencia alada cauteriza.
Aborrece de la flor el perfume,
la apariencia sensual de su forma,
la tentadora turgencia de rosa,
su placentero deleite como promesa.
Huye donde no te reconozcas,
donde no habite más pasado que el olvido,
y en las aguas puras del secreto río
te sumerjas, lavando tu carne infecta,
limpia su mácula y el mirar, sin tristeza.
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