Seppuku (poema)

 Carne de alma en el pecho de lágrimas,

urgencia escondida, voz de las entrañas

desesperadamente al filo de su nada,

de su furia de tormentos imperfectos, 

enumerando el cómputo de esa cifra

estéril, mórbida, que el deseo calibra,

que la zozobra arrastra, sutileza, capricho.

Late el centro y dispersa su sonido.

Empuña la mano el óbito de acero.

¿Resonará en la tarde ese gong definitivo,

destilando el aire el jugo de la muerte,

doliente barcarola transida de crepúsculo,

samurái desventrado por el filo de su daga,

nevado el monte Fuji al fondo de la estampa?

¿Recordará algún río su paso por la tierra?

Siempre hay una Arcadia feliz

para quien no encuentra un destino,

una cruz para el cristiano,

para el oriental un loto

Silenciosa se agolpa la tristeza, flor

que despereza la intangible atardecida,

corola extenuada de consuelos, 

gravitar de célula hostil y tenebrosa.

En medio del coágulo de sangre

brilla la hoja como un gozo,

el mayor dolor heraldo de victoria,

triunfar sobre un oponente misterioso.

Se agolpa la carne del alma en un silencio;

la del corazón, se le ha vuelto una rosa.

La muerte, eterno pozo.



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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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