Indiferente fuiste a la sangre de mis lágrimas,
al infierno de ascuas de mi corazón herido,
al grito desolado que abortó mi garganta,
al fin de tanto denuedo que no se vio cumplido.
En este crudo invierno ya no quedan hojas,
las barrió el temporal que sopla quejumbroso
sobre el paisaje helado que el silencio despoja,
contemplando alejarse la barca de bogar moroso.
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