UN ALICANTINO EN PARIS

La película de Minelli, Un americano en Paris, es un risueño canto a la bohemia. Su peripecia, tan sugestiva como encantadora, en ese Paris aún romántico llena mis horas de entretenimiento. En mi juventud, pese a que viví como un paria, no tuve acceso evocador a la bohemia. Quise ser escritor, pero ante la perspectiva de un fracaso cantado, no tuve redaños para lanzarme a la aventura de la vida.
Entonces, en mi ingenuidad, desconocía el peso neto de la existencia, el precio de mantenerse a flote, y sobre todo me desconocía a mi mismo. Hoy, ya entrado en años, no estoy todavía seguro de sí mis músculos estén disciplinados para soportar todo el peso abrumador de la existencia, pero al menos sé quién soy, sé de cierto que hoy la literatura es mi forma de vida, y recuerdo la amargura  con que esa misma  vida inclemente me relegaba a la soledad de un libro abierto, desterrado de la fiesta que otros gozaban. Hoy día mis libros soy mi fiesta, y escribir es para mi vivir. Solo pido a la vida que no me apee del tren a Paris, a esa bohemia de madurez, donde el oficio de escritor de una justificación aceptable a mis días, y al calor de una acogedora buhardilla entre libros y cuartillas pueda corear con Hemingway: París es una Fiesta.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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