ITINERARIOS DE LA CIUDAD

La ciudad se dispersa en cien encrucijadas. Depende de la que escojas, variara tu paisaje, tu vivencia sera distinta. En la ciudad hay itinerarios de luz y de tinieblas. Escogiendo los primeros, te complacerá su abigarrado colorido, el solaz de sus parterres, el fluir relajante de sus fuentes, la placidez de sus paseos. Hay otra ciudad, en la que se abren la rutas agrestes del vino, donde hay sendas solitarias en las que acechan los malechores, con nocturnidad y alevosía; donde los lupanares encienden sus farolillos tristes y mortecinos; donde la luna derrama un hálito pálido de desesperanza mientras los borrachos serpentean un recorrido sin norte y las brújulas solo indican el camino del infierno. Allí reluce el acero de los cuchillos y hay venenos que emponzoñan la sangre, y los dientes rechinan la hora de la ira, y los labios resecos apuran el vino de la maldad. Allí el hombre se desploma en la misma raíz del grito, y busca de donde asirse como un ciego que ha perdido su lazarillo. El pecado enlodece la saliva y la vida se desboca como un coche que ha perdido los frenos. El mal ofrece la fascinación de un trágico vesanismo, hasta que en un instante  te das cuenta que posiblemente no haya nunca marcha atrás. Un día darás limosna a un mendigo, y con horror descubrirás que has pagado la barca de Caronte.
Antes me gustaba desesperarme en los caminos de la desolación, hasta que descubrí los límites de mi miseria. Pero hasta en ese negro pozo, llegó el resplandor de un rayo de la aurora. Y hoy vuelvo a celebrar el día de la vida.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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