El color de las cosas

dobla una campana
en la noche ya entrada.
Regreso de la tarde malograda
al ámbito rutinario de mi casa.
Siento el peso claustrofóbico de las cosas,
la pesadez de un aire,
el deambular de los recuerdos
y la pulsión de la estrofa
de un poema coloquial en la memoria.
La tarde hubiera podido ser hermosa
si un céfiro venial hubiera revuelto
el deshecho de la hojas,
y su fenecer se hubiera henchido
de ese manojo de presentimientos
que complacen al corazón enternecido.
Sabedor que tras de tus pasos
camina la esperanza, el color
de las cosas podría ser distinto,
porque el amor se renueva así en lo íntimo
y el alma regocija con la presión de tales lazos.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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