PUEDE OCURRIR EN TOLEDO

Paco de Lucía tenía una casa en Toledo, hoy convertida en hotel. Se ubica próximo a la cuesta de Recaredo y a la mezquita del Cristo de la luz. Su tarifa es algo cara, argumento que nos disuade un tanto de contratarlo en una futura estancia en la ciudad carpetana. No deben de andar lejos de allí Santo Domingo el Antiguo y la parroquia de Santa Leocadia, pues existe una grabación donde se ve al difunto guitarrista merodear por aquellos lares, deteniéndose en la casa de los Bécquer, en la calle de  San Ildefonso. Santo Domingo el Antiguo constituyó  para mí una fijación durante mis primeras visitas a la ciudad del Tajo. No me disuadía, novel Teseo, el tener que descifrar el laberinto de callejones erráticos y solitarios pasadizos para encontrar ese convento que cobijó la primera obra española del Greco. Hoy se da por cierto que en su cripta reposan los restos de Theotocopuli, cuyo sarcófago una de las novicias no vacila en enseñar, a través de una abertura en el enlosado. En Santo Domingo apenas queda obra original del Greco; la mayoría son copias. A pesar de ello uno suele salir complacido con la visita, ayudando además a las obras pías conventuales, con la adquisición de alguna cajita de mazapanes elaborados por la propias monjas.  No son numerosos los turistas que se dejan caer por allí. Los pocos que lo hacen, es porque ya el misterio toledano ha calado en sus almas. Por mi parte, he de constatar que mi primer contacto con Toledo despertó en mi el deseo de conocerla más a fondo. Busqué, quizá en lugares no adecuados, libros que me hablaran de su historia y su cultura, de ese gran libro críptico que constituyen sus piedras centenarias. Ignorando de que tales libros solo pueden ser hallados en lugares muy concretos y en ediciones limitadas, tuve que conformarme con obras que trataban de los asuntos toledanos, aunque más bien de soslayo. Entre éstas se encontraban todas las referidas al pintor de Candia.  Tuve la suerte de hacerme con los dos volúmenes que componen la monografía que al Greco dedicó Camón Aznar, uno de esos contados y graves eruditos que dio la cultura española. Leí tan magnifica biografía con provecho y delectación, quedando cautivado por esa figura sin par que preludió nuestro siglo de oro, Adquiría cualquier libro que encontraba sobre el pintor cretense, y junto a mi curiosidad por Toledo germinaba mi interés por el arte. La obra de M. B. Cossío vino a consolidar mi inclinación por el pintor de las ánimas, que halló en Toledo el marco idóneo donde su estilo se ahormó, traspasado por el numen místico que inflamaba su atmósfera y que nadie como él supo captar, en la majestad de su Entierro del conde de Orgaz. Arrebato del que aun es posible inflamarse en Toledo cuando, como bien explicó Paco de Lucía, se escuchan las campanas de todas las iglesias de la ciudad redoblar al unísono. Pero aquello que puede suponer el colapso para un músico, viene a significar la gloria para un penitente.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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