Sinfonías

Como cada hijo de vecino uno tiene sus sinfonías predilectas de los distintos compositores, o al menos las que considera más relevantes de cada uno. Es lugar común clasificar a la novena de Beethoven como la madre de las sinfonías. En tal juicio se empeñó Wagner, quien por otra parte sostenía que él no frecuentaba el género porque Beethoven ya había escrito las nueve. De éstas es la novena la gran sinfonía beethoveniana, siguiendo a su estela la 3ª, 5ª y 7ª. Sobre este particular apuntaba Fürtwangler que eran las impares las preferidas del público. Como ejemplo, en Madrid asistí a un concierto de la orquesta de la RTVE en cuyo programa se incluían la 4ª beethoveniana y la 3ª de Mendelssohn. No cabe dudar que siendo la escocesa la primordial de éste, a su lado la cuarta del genio de Bohn resultase deslucida. En la escocesa el sinfonismo mendelssohniano alcanzó sus cumbres, al menos los melancólicos paisajes de las Highlands y la etereidad de los amaneceres en las escarpadas costas atlánticas. Wagner consideraba a Mendelssohn como un gran paisajista, pero no encontraba en su música el pálpito de la voz del Hombre. Seguramente, el yo del segundo no era tan aparatoso como el del autor del Anillo...
Puestos a elegir, de ese otra gran judío: Brahms, me quedo con su 1ª sinfonía. Hay quien la calificó como la décima de Beethoven. A pesar de ello, la prefiero a la 3ª, pese a la inflamada melodía de su tercer movimiento. De Berlioz no hay donde elegir además de la Fantástica. No sabría especificar cuál de Schumann. De Bruckner la 9ª al igual que Beethoven, pero al igual que en éste no son mancas ni su 3ª, ni su 4ª, romántica, ni su 7ª. Tras Bruckner se tropieza uno con Malher, de quien se hace compleja la elección, pues me quedaría con el adagietto de la 5ª, el movimiento coral de la 2ª, Resurrección, otro tanto de la 3ª, 4ª, 6ª, sin olvidar no poco de la Titán, la 1ª. Me rindo ante la 6ª de Tchaikovski.
He oído poco a Sibelius. De Richard Strauss llamó mi atención  sobre todo la Alpina, con sus trompas montaraces que presagian las cumbres y esos agitatos que nos abren los abismos, sin olvidar las dulzuras del valle en las maderas y los arpegios por los que se precipitan los torrentes. Me quedan muchos autores en el tintero, pero si me preguntáis de todas las mencionadas cuál elegiría, me acogería a la diplomacia y me atendría a no renunciar a ninguna. Pues en todas ellas, juntas, reside la riqueza. Me olvidaba de Mozart y Haydn. La Júpiter del saltzburgués, pero de Haydn cuál elegir de sus ciento y pico. Pasemos a otra cosa.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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