El desván

 El propio yo urde la tela,

parece inútil liberarse 

del laberinto de uno mismo.

Posar los ojos en el silencio,

penetrar el desván 

de los fantasmas interiores.

Ver la luz. Dicen que en el fondo

de ese pozo brilla la aurora,

mística, impoluta.

Desde el fondo de mi ciénaga

hui para reencontrarme;

he pasado lustros buscando el centro,

el punto desde donde poder orientarme.

Desempolvé los viejos cachivaches,

pero en el desván se habían llenado de carcoma,

y eran ya instrumentos inútiles.

Es necesario renovarse,

dejar que el septentrión

barra la casa y su escombro desechado. 

Sólo entonces la luz naciente 

iluminará las estancias


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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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